Texto Del Libro “El Hombre en Busca De Sentido”. Integrantes: Carlos Iglesias, Vanessa Maldonado, Maite Alvarado, Jonathan Kemp. Asignatura: Estrategias Para el Aprendizaje De La Comprensión Lectora. Docente: Francisco Jose Maldonado Ulloa. Fecha: 13-04-22.
Se/ecci6n activa y pasiva Es muy fådl para el que no ha estado nunca en un campo de concentraci6n hacerse una idea equivocada de Ia vida en él, idea en la que piedad y simpatfa aparecen mezcladas, sobre todo al no pråcticamente nada de la dura lucha por la existencia que precisamente en los campos mås pequeöos se libraba entre los prisioneros, del combate inexorable por el pan de cada dia y por la propia Vida, por el bien de uno mismo y por la propia Vida, por el bien de uno mismo y por el de un buen amigo. Ponqamos como ejemplo las veces en que oficialmente se anunciaba que se iba a trasladar a unos cuantos prisioneros a un campo de concentraciön, pero no era muy dificil adivinar que el destino final de todos ellos seria sin duda la cårnara de gas. Se seleccionaba a los més enfermos o agotados, incapaces de trabajar, y se les enviaba a alguno de los campos centrales equipados con cåmaras de gas y crematorios. El proceso de selecci6n era la seöal para una abierta lucha entre los compaöeros o entre un grupo contra otro. Lo ünico que importaba es que el nombre de uno o el del amigo fuera tachado de la lista de las victimas aunque todos sabian que por cada hombre que se salvaba se condenaba a otro. En cada traslado tenia que haber un nümero determinado de pasajeros, quien fuera no importaba tanto, puesto que cada uno de ellos no era mås que un nümero y asi era como constaban en las listas. A1 entrar en el campo les quitaban tOdOS IOS documentos y objetos personales (al menos ése era el método seguido en Auschwitz), por consiguiente cada prisionero tenia Ia oportunidad de adoptar un nornbre o una profesi6n fatsos y 10 cierto es que por varias razones muchos 10 hacian. A las autoridades 10 ünico que les eran los nümeros de los prisioneros; muchas veces estos nümeros se tatuaban en la piel y, ademås, habia que Ilevarlos COSidos en determinada parte de los pantalones, de la chaqueta o del abrigo. A ningün guardiån 13 que quisiera Ilevar una queja sobre un prisionero —casi siempre por "pereza se Ie hubiera ocurrido nunca preguntarle su nombre; no tenia mås que echar una ojeada al nümero (iv c6mo temiamos esas miradas por Ias posibles consecuencias!) y anotarlo en su libreta. Volvamos al convoy a punto de partir. NO habia tiempo para consideraciones morales o éticas, ni tampoco el deseo de hacerlas. un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con Ia familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos; por consiguiente, no dudaban ni un momento en arreglar las cosas para que otro prisionero, otro "numero", æupara su puesto en Ia expediciön. De 10 expuesto hasta ahora se desprende que el proceso para seleccionar a los "capos" era de tipo negativo; para este trabajo se elegia ünicamente a los mås brutales (aunque habia algunas felices excepciones). Ademås de la selecciån de 10s "capos", que corria a cargo de las SS y que era de tipo activo, se daba una especie de proceso continuado de autoselecciön pasiva entre todos los prisioneros. Por 10 general, s610 se mantenian vivos aquellos prisioneros que tras varios aöos de dar tumbos de campo en campo, habian perdido todos sus escrüpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuestos a recur-rir a cualquier medio, fuera honrado o de Otro tipo, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traici6n 0 10 que fuera con tal de salvarse. Los que hemos vuelto de alli gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros —como cada cual prefiera llamarlos— 10 sabernos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron..
Técnicas Utilizadas. Utilizamos esta técnica ya que al subrayar palabras claves podemos tener la idea principal de lo que trata el texto de libro. Nos ayudó a comprender la idea de forma más rápida evitando perdida de tiempo, facilitando así el proceso confección del resumen..
Selecci6n activa y pasiva Es muy fåcil para el que no ha estado nunca en un campo de concentraci6n hacerse una idea equivocada de la vida en él, idea en Ia que piedad y simpatia aparecen mezcladas, sobre todo al no conocer pråcticamente nada de la dura lucha por la existencia que precisamente en los campos mås pequeöos se libraba entre los prisioneros, del combate inexorable por el pan de cada dia y por la propia Vida, por el bien de uno mismo y por Ia propia Vida, por el bien de uno mismo y por el de un buen amigo. Pongamos como ejemplo Ias veces en que oficialmente se anunciaba que se iba a trasladar a unos cuantos prisioneros a un campo de concentraci6n, pero no era muy dificil adivinar que el destino final de todos ellos seria sin duda Ia cåmara de gas. Se seleccionaba a los mås enferrnos o agotados, incapaces de trabajar, y se Ies enviaba a alguno de los campos centrales equipados con cåmaras de gas y crematorios. El proceso de selecci6n era la seöal para una abierta lucha entre los compaöeros o entre un grupo contra Otro. Lo ünico que importaba es que el nombre de uno o el del amigo fuera tachado de Ia lista de Ias victimas aunque todos sabian que por cada hombre que se salvaba se condenaba a Otro. En cada traslado tenia que haber un nümero determinado de pasajeros, quien fuera no importaba tanto, puesto que cada uno de ellos no era mås que un nümero y asi era como constaban en las listas. A1 entrar en el campo se les quitaban todos los documentos y objetos personales (al menos ése era el método seguido en Auschwitz), por consiguiente cada prisionero tenia la oportunidad de adoptar un nombre o una profesi6n falsos y 10 cierto es que por varias razones muchos 10 hacian. A Ias autoridades 10 ünico que les importaba eran los nümeros de los prisioneros; muchas veces estos nümeros se tatuaban en la piel y, ademås, habia que Ilevarlos cosidos en determinada parte de los pantalones, de la chaqueta o del abrigo. A ningün guardiån 13 que quisiera Ilevar una queja sobre un prisionero —casi siempre por "pereza"— se le hubiera ocurrido nunca preguntarle su nombre; no tenia més que echar una ojeada al nümero (iy c6mo temiamos esas miradas por Ias posibles consecuencias!) y anotarlo en su libreta. Volvamos al convoy a punto de partir. No habia tiempo para consideraciones morales o éticas, ni tampoco el deseo de hacerlas. I-Jn solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos; por consiguiente, no dudaban ni un momento en arreglar las cosas para que Otro prisionero, Otro "numero", ocupara su puesto en la expedici6n. De 10 expuesto hasta ahora se desprende que el proceso para seleccionar a los "capos" era de tipo negativo; para este trabajo se elegia ünicamente a los mås brutales (aunque habia algunas felices excepciones). Ademås de la selecciån de los "capos", que corria a cargo de Ias SS y que era de tipo activo, se daba una especie de proceso continuado de autoseIecci6n pasiva entre todos los prisioneros. Por 10 general, s610 se mantenian vivos aquellos prisioneros que tras varios aöos de dar tumbos de campo en campo, habian perdido todos sus escrüpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuestos a recur-rir a cualquier medio, fuera honrado o de Otro tipo, incluidos Ia fuerza bruta, el robo, la traiciån 0 10 que fuera con tal de salvarse. Los que hemos vueltO de alli gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros —como cada cual prefiera llamarlos— 10 sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron. 14.
Resumen. En el campo de concentración había una dura lucha por la existencia humana, día tras día se batallaba por comida y por la vida propia, cuando se anunciaba el traslado de prisioneros al campo de concentración, había una cierta angustia, ya que estos eran directamente enviados a la cámara de gas, se seleccionaba a los más enfermos o agotados y a los incapacitados de trabajar. Al entrar al campo se les quitaba la documentación y también los objetos personales y se les reemplazaba por un numero para darle identidad y eso era lo único que le importaba a la autoridad, solo eran tratados como un numero más. Era tanto el daño psicológico que lo único motivo que los mantenía con vida era el hecho de poder volver a ver a su familia. En los campos también existían los capos, prisioneros que tenían ciertos beneficios, seleccionaban a los más violentos. Solo se mantenían con vida los más salvajes, dispuestos a dejar y hacer todo por sobrevivir sin escrúpulo alguno..